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El brazo robótico de Christian Peñaloza

Una interfaz cerebro-computadora, que será utilizada para estudiar, entrenar y ampliar las capacidades físicas y cognitivas de los humanos, fue desarrollada por el doctor en neurociencia cognitiva aplicada a la robótica Christian Peñaloza.

En entrevista, el joven mexicano que actualmente labora como investigador del Advanced Telecommunications Research Institute International (ATR) en Kioto y la Universidad de Osaka, en Japón, explicó que como parte del trabajo que realiza en el laboratorio de robótica inteligente del doctor Hiroshi Ishiguro, lidera el desarrollo de interfaces cerebro-máquina avanzadas.

“Se trata de interfaces cerebro-máquina, sistemas que funcionan con electrodos que, al ser colocados en la cabeza de las personas, son capaces de leer las ondas cerebrales, interpretarlas y convertirlas en acciones específicas a través de sofisticados algoritmos computacionales, es decir, inteligencia artificial”.

Este proyecto en particular no se limitó a la creación de la interfaz, sino que incluyó desarrollo tecnológico —un brazo robótico con apariencia humana— adecuado al principal objetivo trazado por el doctor Christian Peñaloza, que consiste en ampliar las capacidades físicas y cognitivas —habilidades motrices— de los seres humanos.

“Esta tecnología ya es utilizada para personas con discapacidades motrices, por ejemplo, la falta de una extremidad que es suplida con brazos o piernas robóticas controladas con la mente; no obstante, lo que estamos haciendo en este laboratorio va mucho más allá y estamos buscando que las personas aumenten sus capacidades físicas y sean capaces de controlar un tercer brazo al mismo tiempo que utilizan sus dos extremidades”.

Actualmente, el doctor ya cuenta con una interfaz con esas capacidades y logró, a través de una serie de experimentos, que usuarios controlaran el brazo robótico al mismo tiempo que utilizaban sus propios brazos para balancear una pelota sobre una tabla.

“Los resultados de ese experimento fueron publicados en la revista Science Robotics a través del artículo titulado BMI control of a third arm for multitasking; toda vez que se trata de la primera interfaz cerebro-máquina en el mundo que permite aumentar las capacidades físicas y cognitivas de una persona de ese modo, de volverlo multitareas y cuyas potenciales aplicaciones son muchas”.

A decir del investigador, el desarrollo de esta interfaz le tomó alrededor de dos años ya que el proyecto incluye una profunda investigación en neurociencias para entender el funcionamiento del cerebro, una etapa de desarrollo de la tecnología y una etapa de experimentación que sirvió para probar la interfaz pero también para recopilar data neural que se utiliza en el perfeccionamiento del algoritmo.