Grandes hitos de las travesías marinas como el descubrimiento de América o la circunnavegación de Magallanes están a punto de tener su equivalente en el siglo XXI. Bautizada como Mayflower en honor a otra travesía histórica como la que fue el viaje de los fundadores de EE.UU. desde Plymouth en 1620, la nueva embarcación será considerablemente distinta a su antecesora. En primer lugar, carecerá de tripulación y pasajeros. De hecho, ni siquiera tendrá un capitán. O, mejor dicho, sí que lo tendrá, aunque no será de carne y hueso: será la inteligencia artificial la que se encargue de todas las tareas de navegación.
Tras unas pruebas iniciales con la IA en el Plymouth Quest, una nave tripulada del Laboratorio de Plymouth, el nuevo Mayflower emprenderá un largo viaje que prescindirá de toda intervención humana. Gracias a la utilización de cámaras y sensores, así como los antedichos sistemas de inteligencia artificial y un archivo de un millón de imágenes náuticas, el barco se enfrentará por sí solo a todos los imprevistos en alta mar. Así, podrá identificar distintos tipos de barcos, boyas, arrecifes u objetos peligrosos en alta mar.
El sistema de inteligencia artificial recibirá también datos meteorológicos en tiempo real, lo que le permitirá tomar decisiones de navegación y anticipar condiciones de navegación adversas. Al carecer de acceso a banda ancha durante el viaje, se valdrá de un sistema de edge computing que procesará todos los datos de forma local. Los sistemas de navegación irán acompañados de un numerosos sensores capaces de medir la intensidad de las olas y la profundidad del agua entre otras cosas. Sus sistemas de radar permiten también detectar obstáculos a más de tres kilómetros de distancia. Por último, la autonomía de este Mayflower 2.0 se manifiesta también en sus sistemas de propulsión, ya que utiliza energía solar y eólica para desplazarse, aunque con un motor diésel de apoyo.
En un futuro, las tecnologías aplicadas en el Mayflower servirán para la investigación marina, especialmente para el análisis de microplásticos con muestras tomadas en alta mar. De esta manera, se podrá conocer mejor el origen y la distribución de esta amenaza para los ecosistemas marinos.
Una industria de barcos autónomos a toda vela
Este innovador barco autónomo es un proyecto tecnológico de la organización de investigación marina Promare en colaboración con IBM, que ha proporcionado el software de inteligencia artificial y los procesadores necesarios para el análisis de los datos. Aunque se han realizado experiencias previas con barcos autónomos, esta es la primera vez que una embarcación afronta un reto de esta magnitud de forma completamente autónoma. Según Don Scott, director técnico del Mayflower, se prevé que la industria de los barcos autónomos alcance un valor de 130 000 millones de dólares para el año 2030.
Las embarcaciones autónomas no solo están destinadas a conquistar los mares, sino que, tal como mencionamos en uno de nuestros anteriores artículos, también prometen ser un vehículo urbano habitual. Hablamos, claro está, del ferry autónomo. Alimentados con energía eléctrica serán otro de los motores de cambio para unas ciudades menos contaminadas.