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Desintoxicación digital y teletrabajo, ¿es posible?

La pandemia ha monopolizado la investigación científica y médica en el último año. Todo el mundo sabe hoy en día qué es el coronavirus, cuál es el virus que da nombre a la enfermedad y qué síntomas presenta. Así mismo, el confinamiento ofrecería imágenes sin precedentes de calles desiertas y aplausos en los balcones. Sin embargo, poco se habla de la adicción a internet que fomentan el estrés digital o la nomofobia en el contexto de la pandemia del coronavirus. Las enfermedades digitales del siglo XXI, además de silenciadas, se han visto agravadas por una de las consecuencias directas de la Covid-19: el teletrabajo. Combatir el estrés digital y las adicciones a internet es posible con la llamada “desintoxicación digital”.

¿Por qué la desintoxicación digital es hoy más importante que nunca? La hiperconexión a la que nos han empujado las restricciones de movilidad está derivando en un uso prolongado y exagerado de los dispositivos móviles por el crecimiento exponencial del ocio digital y la falta de regulación del teletrabajo, que ha logrado desdibujar con demasiada facilidad los límites de las jornadas laborales.

La adicción a internet, más común… y desconocida

Hay un trastorno que sufre, sin saberlo, al menos la mitad de la población. Los casos más graves llegan al punto de temer no poder utilizar el móvil para comunicarnos. Esto se conoce como nomofobia. Y eso que las señales de alarma están ahí. No hay más que ver el agobio que nos entra cuando nos quedamos sin batería en el móvil o la desesperación que mostramos por enchufar el teléfono a la corriente para seguir contestando mensajes de whatsapp o comentando ‘stories’ de Instagram. Te suena, ¿verdad? La aparición de los síntomas de nomofobia puede ser un claro indicador de que necesitas una desintoxicación digital.
Diversos operadores ofrecen a través de sus plataformas aplicaciones que cuantifican el uso de los smartphones y ‘tablets’ tanto en tiempo como en interacciones. Un espejo frente al que no todo el mundo está dispuesto a colocarse por el miedo al reflejo con el que se pueden topar. Una radiografía que, en muchos casos, demanda una desintoxicación digital. Ahora bien, ¿están las personas preparadas para afrontarlo? Y, lo que es aún más importante, ¿cómo podemos hacerlo si para muchos profesionales el trabajo en remoto ha venido para quedarse?

Lo más fácil es escurrir el bulto, orientando los peligros del enganche a las pantallas a los jóvenes. Y cuando el asunto afecta de lleno a un adulto, la excusa fácil es la de justificarlo todo por el trabajo o por la digitalización de los servicios. Pero ahí es donde nos estamos engañando a nosotros mismos.

24/7 en el entorno digital

Por trabajar ocho horas al día con un ordenador o usar el teléfono móvil para contestar mails laborales no significa que no podamos luego disfrutar de una buena película o de un par de capítulos de nuestra serie favorita. Al contrario. El problema es cuando esas tres pantallas se acaban convirtiendo en una hiperconectividad que rige nuestro día a día. Formando un ecosistema en el que todo está interconectado.

Nadie niega que por culpa de la pandemia hay poca libertad para otras actividades fuera de nuestras pantallas. Lo que sucede es que esa excusa no sirve cuando el nivel de enganche nos lleva a hablar por teléfono con la familia sin dejar de mirar la tele, ver un programa de televisión al tiempo que se tuitea o incluso a trabajar con una serie de fondo en la ‘tablet’. En lugar de reforzar adicciones y fobias, la crisis del COVID-19 debería ofrecer una nueva mirada al trabajo que nos permita habitar el tiempo.

No obstante, se ha vuelto más difícil que nunca separarnos de la estimulación digital constante, por lo que una desintoxicación digital resulta de vital importancia en cada vez más personas. Seis de cada diez españoles reconocen que lo primero y lo último que hacen cada día es mirar su teléfono móvil. Y según el último Estudio sobre Adicción al Móvil, elaborado por Rastreator.com, se calcula que en España hay 7,1 millones de personas -el 25% de la población- adicta. Que dependen de ese aparato para el estado de ánimo y que admiten que el tiempo de ocio digital empieza a entrometerse en su vida personal y en su trabajo. Y aquí viene el colmo. ¿Cuántas veces no hemos fantaseado con teletrabajar para tener más tiempo y conciliar la vida laboral con la personal y resulta que ahora seguimos sin sacar el tiempo suficiente pese a habernos ahorrado los desplazamientos un puñado de días a la semana?

Desintoxicación digital personal y profesional

Para solucionarlo conviene empezar por el principio. Por el mismo momento en el que abrimos los ojos. Debido al uso generalizado del ‘smartphone’ como alarma, el simple hecho de interactuar con él para apagarla nos lleva irremediablemente a comprobar si tenemos nuevos correos electrónicos o mensajes del trabajo en Slack o Teams. Y ya, de paso, revisamos las interacciones de nuestras redes sociales. Todo ello lleva a elevar el nivel de estrés digital desde el minuto 1 de nuestros días con lo difícil que es rebajarlo a lo largo de la jornada laboral.

Para llevar a cabo una desintoxicación digital exitosa, finalizada la jornada laboral, también conviene fijar límites:

En primer lugar, profesionales. Delimitando un horario máximo para contestar a llamadas y correos de trabajo ya que, según recoge el estudio Digital Health Dilemma, el 61% de los empleados afirma que la presión para responder llamadas y correos electrónicos fuera del trabajo los estresa más.
Pero también hay que fijarlos para el tiempo de ocio, ya que de poco sirve apagar una pantalla para encender otra, por muy diferente que sea la actividad.
A nivel físico, son muchas las pautas médicas que aconsejan aislar las habitaciones como entornos sin tecnología. Destinando la habitación y el salón a interactuar con nuestros seres queridos de forma que la falta de actualización constante de las noticias o las redes sociales nos permita, a su vez, recargar y reiniciar a diario sin entrar en un bucle que solo produce estrés y ansiedad digital.

Si aun así necesitamos usar las nuevas tecnologías, forcemos a mantener algunas de las reuniones cara a cara, con los dispositivos apagados. O probemos a desayunar o comer sin teléfono, correos electrónicos ni redes sociales.

Desengancharse de la tecnología, una desintoxicación digital real, es igual que hacerlo de la comida basura, existen incluso ‘dietas detox’:

Lunes: darse de baja de todos los correos electrónicos no deseados
Martes: no consultar el teléfono hasta llegar al trabajo
Miércoles: desayunar o comer sin nuestro ‘smartphone’
Jueves: definir un par de horas sin revisar los ‘mails’ deshabilitando las notificaciones.
Viernes: mantenerse alejado de las redes sociales durante todo el día
Sábado y domingo: no revisar los correos electrónicos del trabajo ni las redes sociales
Las conclusiones de los estudios realizados hasta la fecha por la aseguradora médica Aetna revelan que desconectarse de los dispositivos y/o apagar las notificaciones, como sugiere la desintoxicación digital, contribuye activamente a mejorar la salud física y mental, optimizar el sueño e incluso aumentar la productividad. Demasiados beneficios como para no hacer un esfuerzo por preservarlos.