Las conexiones inalámbricas son esenciales en prácticamente todos los ámbitos, ya sea en el laboral, con la implementación masiva del teletrabajo en los últimos dos años o el desarrollo de los entornos IoT en el mundo industrial; como en el hogar, donde el avance tecnológico permite conectar dispositivos inteligentes para facilitar los procesos cotidianos.
Hasta hace poco era imposible pensar que un dispositivo era capaz de apagar las luces de una habitación por sí solo o que se podría activar la calefacción o poner en marcha un robot aspirador desde fuera del hogar, en remoto, mediante una aplicación en el teléfono móvil.
Eso es posible gracias al estudio y desarrollo de tecnologías con el objetivo de atender a las necesidades de los consumidores y el entorno, así como mejorar la experiencia de usuario, con la automatización de ciertas tareas. Esta tecnología se ha impuesto en todos los ámbitos y resulta difícil imaginar cómo era todo antes de la implantación de estas redes inalámbricas.
Fue en 1997 cuando se creó la tecnología que hoy conocemos como WiFi. Era un momento en que varias compañías, entre las que se encontraban Nokia y 3Com, buscaban establecer un mecanismo de conexión inalámbrica compatible entre dispositivos. De forma paralela, el Instituto de Ingenieros Eléctricos y Electrónicos (IEEE) trabajaba en el desarrollo de una serie de normas inalámbricas que parten del estándar 802.11.
Estas empresas se unieron para crear la Wireless Ethernet Compatibility Alliance (WECA), que actualmente se conoce como Alianza WiFi y cuyo fin fue diseñar una marca que permitiese fomentar la tecnología inalámbrica y asegurar la compatibilidad de los equipos al estándar desarrollado por IEEE.
El estándar 802.11 fue adoptado en 1997 como origen del WiFi y, por entonces, la velocidad de conexión tenía un máximo de solo 2 megabits por segundo. Desde entonces, se fueron perfeccionando los estándares y fueron pasando por diferentes fases, tal y como detallan los expertos de la compañía devolo.
La antesala de la conexión Wifi actual
Uno de los saltos más importantes en el desarrollo de lo que hoy conocemos como WiFi 6 se produjo con el estándar 802.11n, introducido a partir de 2008 y que también es conocido como WiFi 4. Esta vez, los ingenieros de IEEE habilitaron la banda 5 GHz e incorporaron la tecnología MIMO, que aumenta la eficiencia espectral por medio de la utilización del dominio espacial. Gracias a eso, se podían alcanzar velocidades de hasta 600 megabits por segundo.
Fue a partir de 2014 cuando las conexiones inalámbricas alcanzaron el mismo nivel que las conexiones por cable, con el estándar 802.11ac, es decir, WiFi 5. Con este se lograron velocidades de hasta 6,9 gigabits por segundo debido a la incorporación de nuevas tecnologías, como el enlace de canal extendido y más flujos espaciales MIMO.
Wifi 6, el centro del hogar conectado
La última fase de esta evolución es el estándar 802.11ax, es decir, WiFi 6, que empezó a adoptarse en 2016 y que es capaz de ofrecer una mayor estabilidad de conexión gracias a que puede alcanzar velocidades de 9.6 gigabits por segundo. Además, reduce los tiempos de latencia, que se traduce en mayor estabilidad, eficiencia y rendimiento.
El WiFi 6 también introducía la tecnología de modulación de última generación Orthogonal Frecuency-Division Multiple Access (OFDMA), que optimiza el uso de las frecuencias disponibles. Sus canales inalámbricos se dividen en bandas de frecuencia más pequeñas con el objetivo de que más aplicaciones o clientes puedan comunicarse en un canal de forma simultánea. De ese modo, es posible realizar una transmisión más rápida de pequeños paquetes de datos.
Durante el desarrollo de WiFi 6 se mejoró la banda de frecuencia a 5 GHz y también se prestó atención a los nuevos desarrollos técnicos para la banda de frecuencia de 2.4 GHz, que muchos de los dispositivos del hogar aún utilizan. Esto hace que se puedan beneficiar de un límite de velocidad más elevado.
El 98% de los españoles no pueden vivir sin Wifi
Esta potencia y eficacia son dos de los aspectos que más interesan a los consumidores, teniendo en cuenta que utilizan dispositivos que precisan de estas conexiones inalámbricas, como ‘smartphones’, tabletas o robots aspiradores. Tanto es así que el 98 por ciento de los españoles considera imprescindible tener Internet en casa, según un reciente estudio realizado por Devolo.
La necesidad de disponer de una buena conexión WiFi en el hogar es tan esencial para los consumidores como el agua o la electricidad. Sin embargo, en este informe remitido a Europa Press también se indica que el 93.2% de los españoles afirman haber tenido algún problema con el WiFi.
Entre algunos de los errores comunes destacan las ralentizaciones, las interrupciones en la red o las caídas de conexión; contratiempos que ni siquiera puede evitar el estándar más avanzado, WiFi 6, ya que dependen en gran medida de la estructura del hogar y los obstáculos a los que se enfrenta la red para llegar a los dispositivos, como techos, paredes o muebles.
Diversas empresas trabajan para hacer frente a estas barreras con sus ‘routers’ y adaptadores. «Para garantizar que la conexión sea lo más estable, fiable y rápida posible, la mejor solución que existe actualmente es combinar WiFi 6 con la tecnología Powerline, que utiliza la red eléctrica como una gran autopista de datos», explican los expertos de devolo, compañía que lanzó recientemente al mercado su dispositivo Magic 2 WiFi 6.
Se trata de un adaptador Powerline con WiFi 6 del mundo que ofrece un 50% más de potencia que cualquier Powerline con WiFi 5. Con un sencillo sistema de instalación ‘plug and play’ (conectar y usar), devolo pretende que los usuarios puedan sacar el máximo partido de sus redes WiFi en el hogar, mientras la tecnología sigue desarrollándose para alcanzar nuevas cotas de velocidad en la trasmisión de datos y latencia.