Los llamaban “Experimentos del viernes por la noche”. Andre Geim, físico del laboratorio de nanotecnología de Manchester, y su doctorando, Kostantín Novosiólov, dedicaban esos pasatiempos vespertinos a trabajar en áreas de la ciencia distintas a las habituales en lugar de irse a casa.
“¿Por qué no hacemos transistores con grafito?” se dijeron un día. Y serendipia mediante, en su segundo ensayo obtuvieron ese material que, 6 años más tarde, sería el pasaporte para ganar el Premio Nobel de Física en 2010: grafeno, el material del futuro.
El grafeno es una capa de grafito de solo un átomo de grosor imperceptible al ojo. Sus propiedades baten marcas, porque se trata del material más flexible, más fuerte, más ligero y que mejor conduce el calor, al menos que conozcamos. Un par de datos para hacernos a la idea, es hasta 200 veces más resistente que el acero y pesa 5 veces menos que el aluminio.
Con este acervo de cualidades, lo lógico es que la industria se haya lanzado a una carrera meteórica por aprovechar sus bondades y desarrollar todo tipo de aplicaciones del grafeno. Te contamos algunas de ellas en esta galería.