Los cuatro meses que duró el impuesto a la exportación del tomate mexicano hacia los Estados Unidos se tradujeron en más de 200 millones de dólares, gravamen que debieron pagar los agricultores nacionales a las autoridades norteamericanas tras el vencimiento de la negociación por presuntas prácticas de dumping denunciadas por productores de Florida.
Sin embargo, la calidad del fruto mexicano es el aval más fuerte, abundó Alfredo Díaz Belmontes (director general de la Asociación Mexicana de Horticultura Protegida AC), tanto que hasta el 52 por ciento del tomate que se consume en la Unión Americana proviene de tierras mexicanas.
En este orden de ideas, la agricultura protegida mexicana se encuentra preparada para afrontar los procesos de revisión aduaneros que solicitan los estadounidenses, mismos que deberán aumentar su infraestructura y personal para verificar las más de 3 mil toneladas anuales que cruzan la línea fronteriza, aceptó Díaz.
Así, los compromisos para la exportación del tomate implicaron que pequeños productores dejen de apostar por este cultivo, acusó Díaz Belmontes, por lo que en el 2020 se espera que la superficie sembrada sufra una reducción en torno al 10 por ciento.
